No te cambio la gloria por lo que llevo dentro,
no te cambio el destino por el cual me apresuro
para darle a mi Lobo, este fiel sentimiento
y saber con certeza que los dos somos uno.
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No te cambio las copas por mis palmas vacías,
porque yo llevo en ellas la gestión persistente
de abrigar con el alma la esperanza del día
cuando, en noches de espinas el espacio oscurece.
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No te cambio mi sangre por tu fina vitrina;
no te cambio mi modo de vivir siempre alegre
por las cientos de estrellas que en el techo imaginas
y las cuentas y cuelgas de tus cuatro paredes.
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¡No te cambio un aullido de ningún centinela
por el ramo ciclópeo de tus densos laureles!
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Yo no puedo cambiarte tu champán por mi vino,
tu divisa sedosa por mi fibra arpillera;
mi Señor -cruz al hombro-, por tu Cristo divino,
tu pomposa epidermis por mi piel bullanguera.
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Yo no puedo cambiarte el camino del viejo
por tus áureas coronas.. ¡No lo pidas siquiera!
Porque sólo me basta con mirarme al espejo
para ser el Mens Sana más feliz de la Tierra.

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Yo no puedo cambiarte esa senda por nada,
aunque nunca "la nada" abandone mi vera;
yo no puedo cambiarte mi placer por tu escala,
ni tu música clásica de prosapia señera..
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¡Porque yo llevo dentro de mis venas clavada
la canción -hecha daga- de la hinchada tripera!

( NO TE CAMBIO POR NADA DEL MUNDO )